La Mujer y el Dinero

por | Sep 21, 2012 | Apuntes | 0 Comentarios

Contenidos del documento:

1.- Introducción

2.- Concepto de dinero

3.- Hipótesis acerca del dinero y la liberación femenina

4.- Dinero, pareja y familia

5.- Estereotipos de género. secuelas vivas de la cultura patriarcal

6.- Conflicto inconsciente: lucha entre arquetipos femeninos

      1) Fantasma de la prostitución

      2) Fantasma de la buena madre

      3)Fantasma de la feminidad dudosa

      4)Los tres fantasmas actúan

7.- ¿Qué hacer?

8.- Para saber más

 

1.- INTRODUCCIÓN

El dinero es uno de los grandes tabúes de nuestro tiempo: lo utilizamos diariamente para obtener toda clase de bienes y servicios, pero a pesar de su omnipresencia, solemos hablar muy poco de los sentimientos que nos genera tenerlo, no tenerlo, usarlo, ahorrarlo o invertirlo.

A pesar del miedo y la ansiedad que pueda provocarnos abrir el tema del dinero, llega un momento de la vida en que resulta ineludible hacerlo, sobre todo si queremos saber más acerca de las actitudes que dificultan y que limitan nuestro crecimiento personal.

La relación de la mujer con el dinero es muy compleja y con una inmensa carga histórica y cultural. Anotaré algunos elementos reseñables, que no pretenden abarcar toda esta cuestión, pero que buscan despejar algunos ejes de esta relación y que nos sirvan para nuestra reflexión.

Alguna pensará que es un documento muy largo y, ciertamente, tiene algo de razón. Compenso su extensión con su interés y su facilidad de lectura. Haced un esfuerzo las que os consideráis menos intelectuales. Os prometo que vale la pena vuestra atención.

Por ejemplo, sabías que:

  •  Según la ONU, las mujeres son las tres cuartas partes de los pobres que habitan el planeta, que apenas acceden al 10% del ingreso y al 1% de la propiedad mundial.
  •  El 90% de las mujeres se definen a sí mismas como inseguras cuando se trata de sus finanzas.
  •  Casi el 50% de las mujeres sufren el Síndrome de la Indigente, es decir, el temor de que acabarán sus vidas sin hogar y sin dinero.
  •  Sólo el 1% de las mujeres califican con una A su conocimiento de los productos y servicios financieros.
  •  El 66% de las mujeres no han hablado con sus maridos acerca de un seguro de vida o de la redacción de un testamento.
  •  Casi el 80% de las mujeres piensan que dependerán de la seguridad social en sus años de jubilación.
  •  La probabilidad de que se enfrenten solas a la manutención de los hijos es más alta; además, en promedio las mujeres viven nueve años más que los hombres, con peor salud que estos, ganando menos (un 25%) y por tanto, su jubilación es peor que la de los hombres.
  •  Es un hecho que las mujeres cuentan con menos dinero para la jubilación y eso se debe, en parte, a que ganan menos y también, dado que interrumpen mucho más sus carreras profesionales para cuidar de los hijos y a que en la mayoría de los casos se da prioridad a las necesidades laborales del marido.

Escribe Suze Orman: ¿Por qué será que las mujeres, que son tan competentes en todos los demás aspectos de su vida, no pueden ser igual de competentes cuando se trata de los asuntos de dinero?

Si las mujeres deben dinero corren a pagar porque eso les quita el sueño. Si les deben, en cambio, no saben cómo reclamarlo y casi piden perdón por molestar al pobrecito deudor.

 

Dice una mujer: Curiosamente, eso de no poder cobrar no me sucede cuando tengo que defender intereses colectivos… o de otros. Entonces me vuelvo una auténtica fiera y no me importa apretar las tuercas a fondo a quien se me ponga por delante, siempre en el contexto de defender a otro.

 

2.- CONCEPTO DE DINERO

DINERO: Es un bien intermediario de valor

El dinero da poder e independencia a la persona que lo posee.

 

3.- HIPÓTESIS ACERCA DEL DINERO Y LA LIBERACIÓN FEMENINA  (Clara Coria)

Especialmente en los sectores económicos medios se constata que las mujeres están consiguiendo su independencia económica; no obstante, este logro no está garantizando, por sí mismo, la autonomía femenina para tomar decisiones sobre como gestionar sus finanzas.

Dice Clara Coria: De entrada, hay una actitud de aceptación en la mayoría de las mujeres de que el hombre es el que sabe acerca del dinero, el que sabe cómo manejarlo, el que lo tiene y el que lo gana [ella se invisibilisa] e, implícitamente, hay cesión del derecho a su manejo.

 

4.- DINERO, PAREJA; FAMILIA

Los manejos del dinero encubren complejos contratos interpersonales de poder, tanto en la pareja como en el ámbito familiar.

El dinero es uno los temas más conflictivos en la pareja.

Es importante averiguar cómo se comporta el contrario con el dinero antes de iniciar una vida en común.

Por ello, antes de formalizar una situación se debe llegar a un consenso de cómo se va a manejar el tema del dinero en el nuevo hogar. Hay que tener muy claro si se va a hablar de “tu dinero”, “mi dinero” o de “nuestro dinero”. Y, esto, en cuáles ámbitos.

Un estudio realizado por el Queens Community College de Nueva York, reveló que en ciudades como Chicago, Boston y Los Ángeles muchas mujeres de veinte a treinta años ganan de media un 117 % más que sus pares masculinos.

En contraste, en el estado español, en apenas un 3% de los casos las mujeres ganan considerablemente más que sus maridos.

La diferencia salarial, menos significativa que la antes reseñadas, es un factor a considerar en la constelación de los casos de malos tratos. Al eliminarse la potestad de ejercer el poder que confiere el dinero se ha pasado al poder de la fuerza bruta.

Este es un factor de peso más para subrayar la necesidad de abordar la dimensión financiera de la pareja en construcción.

Por otro lado, estudios de carácter etológico, constatan que pese a la revolución sexual femenina, los hombres siguen buscando mujeres atractivas y las mujeres son atraídas por hombres que pueden asegurarle un buen sustento.

Para los científicos, los solteros modernos siguen basándose en los mismos criterios que sus ancestros: los hombres buscan el mejor espécimen para procrear y la mujer una pareja de largo aliento.

Escribe el profesor Todd: Los individuos ancestrales elegían sus parejas de esta manera: Las mujeres negociaban su atractivo por un hombre de mejor calidad y los hombres buscan cualquier mujer atractiva que los acepte para tener un mayor número de crías y por tanto una ventaja evolutiva.

Dado que nuestra biología y los condicionantes culturales se mueven en contextos distintos, está asegurada la conflictividad en esta dimensión de la pareja.

 

5.- ESTEREOTIPOS DE GÉNERO. SECUELAS VIVAS DE LA CULTURA PATRIARCAL

Una de las bases del patriarcado es el esquema de que  las mujeres sólo podemos acceder al mundo del dinero a través de ellos.

En la familia patriarcal, el hombre sale a trabajar para mantener a la familia. Por lo tanto, su pareja ha pensado: «el dinero es tuyo. Tú sales y yo me quedo en casa. Por lo tanto los hij@s son míos. Yo soy la Reina del Hogar. Yo crié a los niños, les di mi tiempo, mi juventud, mi vida». Así como para el hombre el dinero es un medio de poder sobre su esposa y sus hijas e hijos; la zona de poder de la mujer pertenece al ámbito privado: los afectos y los hij@s son sus instrumentos.

Tradicionalmente, la mujer maneja el “dinero pequeño”. El de los gastos corrientes, alimentación, vestidos… que suponen un alto porcentaje de dinero, pero que no son considerados importantes…. es el dinero invisible.

En cambio, el hombre maneja el “dinero grande”, el de gastos como coche, casa, inversiones, ocio… es el dinero visible.

En este contexto tradicional, el dinero se adscribe al varón y es asociado a la potencia y a la virilidad, convirtiéndose casi en un indicador de identidad sexual masculina. Es así como la ausencia de dinero plantea un cuestionamiento sobre la masculinidad.

 

Este esquema trae consecuencia malignas para ambos sexos y para su descendencia.

A modo de ejemplo, en el rígido esquema patriarcal para la madre tradicional, el desarrollo de la independencia de los hijos (especialmente de los hijos varones), es percibido como una amenaza a su sentido básico de sí misma. Dado lo cual cultiva la dependencia y la inoperancia de los hijos(as) bajo la máscara de “buena madre”, pero desde un desesperado grito vital de “no me dejes fuera de tu vida que me matas”, con el que controlan a sus vástagos hasta bien pasados los límites naturales del fin de la crianza. Evidentemente, los vástagos también se benefician de su dependencia y siendo este mecanismo perverso para el desarrollo personal de todos los implicados.

 

¿Qué se observa que pasa con las mujeres que han comenzado a abandonar este esquema patriarcal?

 

Las mujeres han salido a trabajar fuera de casa. Han estudiado carreras. Pero, ¿ejercen el poder sobre su dinero sin prejuicios ni limitaciones?

Son más que comunes los casos de mujeres con doble jornada: la pagada en el ámbito público y la no remunerada del trabajo doméstico. Incluso muchas de ellas entregan puntual y dócilmente su salario a sus cónyuges para que lo manejen ellos.

También existen mujeres –tanto solteras como casadas-, que deciden libremente sobre el manejo y distribución de su propio dinero. No obstante, en este grupo, muchas de ellas tienen una fuerte dosis de culpa frente al placer de trabajar fuera del hogar y realizarse.

Este tipo de mujeres suele compensar estos ambivalentes sentimientos (placer y culpa) según sea su situación familia:

Con los hijos, con una falta total de ejercicio de la autoridad que limita (para compensar el tiempo que no están con ellos y que, además, lo han pasado bien).

Con las tareas del hogar, negándose a contratar a una persona que colabore con ellas (pudiendo materialmente hacerlo), lo cual suele generar múltiples conflictos de pareja debido a la sobrecarga de deberes. Situaciones análogas surgen con el cuidado de familiares dependientes.

Por otro lado, los esquemas sociales no ayudan: ¿Por qué el consenso popular llama masculina a una mujer ambiciosa y triunfador a un hombre ambicioso?

Por último, hay que recordar que algunas mujeres consiguen liberarse del marido, pero no  así de los hijos, frente a quienes permanece como su sirvienta.

 

6.- CONFLICTO INCONSCIENTE: LUCHA ENTRE ARQUETIPOS FEMENINOS

Considerando las observaciones antes descritas, es posible afirmar que muchas mujeres son independientes económicamente, pero no son autónomas en términos de autogobierno personal.

Para explicar esta situación, Clara Coria, plantea la existencia de tres fantasmas que actúan de forma inconsciente impidiendo a las mujeres lograr la autonomía económica. Éstos son: el fantasma de la prostitución, el de la mala madre y el de la feminidad dudosa.

 

1. El fantasma de la prostitución

Durante miles de años las únicas mujeres que desarrollaron una actividad en el ámbito público a cambio de dinero fueron las prostitutas, lo que produce la siguiente ecuación: mujer dinero ámbito público = prostitución.

Así, el dinero en relación con las mujeres está unido al “oficio más viejo del mundo” y aún mantiene ese estigma. Este fantasma asocia inconscientemente el dinero con el sexo y la trasgresión sexual. En las mujeres esto produce pudor, vergüenza y culpa, sobre todo, cuando descubren que les da gusto ganar dinero y que tienen anhelos económicos propios.

Para la mujer, tener dinero sigue siendo una trasgresión simbólica porque en nuestra cultura en transición, el dinero y la ambición son considerados atributos masculinos.

El resultado de todas estas asociaciones simbólicas e imaginarias –pero que tienen un peso específico en nuestra conducta cotidiana son (además de las emociones de vergüenza y de culpa), a saber: las dificultades que tienen las mujeres para poner precio a sus servicios, para cobrar y reclamar deudas, para emprender solas caminos nuevos en ámbitos económico-laborales, para programar y disponer de grandes sumas, para formalizar y explicitar contratos de trabajo que impliquen dinero y para usar dinero en beneficio personal.

 

2. El fantasma de la mala madre

El fantasma de la mala madre, parte de un conflicto interno entre el deseo de cumplir el ideal de mujer que se nos ha inculcado –que responde a la imagen de la madre que todo lo da y la gratuidad de sus cuidados-, con la necesidad de adaptarnos a las exigencias de llevar una vida adelante en nuestro medio actual.

Estamos moldeadas para pensar que nuestra labor es el cuidado de las relaciones y de las personas; que eso es lo importante y no el dinero. Darle importancia al dinero es una deslealtad hacia lo verdaderamente femenino.

Es muy difícil escapar al mandato de la buena madre. Mujeres solteras o mujeres sin hijos, ejercen simbólica e inexorablemente de buenas madres, aun en profesiones alejadas del cuidado de terceros. Es así como estas mujeres en sus trabajos son extremadamente altruistas, generosas y abnegadas. La tendencia es a ser poco pragmáticas, siempre a dar más y a culpabilizarse si da menos. Prefieren pasarse antes que no llegar. Una inequidad que se retroalimenta desde el otro lado, haciendo a las mujeres débiles, vulnerables y fácil pasto del abuso.

Hay que recordar que casi ocho de cada diez mujeres trabajamos en los servicios (cuidando niños, ancianos o enfermos; educando; cocinando; aconsejando…es decir, llevando a cabo intercambios subjetivos relacionados con el bienestar de otras personas), dignos trabajos cuyo valor es incalculable.

 

Es la paradoja de los trabajos que no tienen precio. Es decir: si no tienen precio, son gratis; o, como no tienen precio, no se pueden pagar y no se pagan.

 

He ahí el fundamento de esa convicción visceral de muchas mujeres que llevan, a veces rabiosa otras resignadamente, de que o:

  •  Valen poco, o
  •  Sus esfuerzos nunca serán recompensados, o
  •  Alguien (una hija, o hijo, o marido, o un seguro, o quien sea) debe compensarla. Generando relaciones donde se secuestra la energía de alguien para que la proteja. O,
  •  Un ser superior invisible las acabará premiando. Dado lo cual, cuando un infortunio vital golpea su vida, la desmoralización es muy profunda. Es la vivencia del abandono definitivo. Es la puerta a todas las formas de depresión femenina, imposibles de reparar con la farmacología más químicamente perfecta (que, por lo demás, no existe). O,
  •  Desesperanzadas de la tal “celeste intervención”, algunas mujeres ajustan su legitima ambición (e, incluso, su codicia) al concepto de sí mismas como buena madre; es así como, luchando por la herencia familiar, o sobre-explotándose para el bien de sus hijos, o su jubilación, para sentir compensada la deuda sin precio que la vida habría adquirido con ellas. Auto-engañadas en su definición de buena madre (hija, esposa), pero permanentemente insatisfechas y en lucha contra potenciales depredadores de lo que perciben como su legítimo patrimonio.

 

3. El fantasma de la feminidad dudosa

La sanción social por atreverse a pensar que el dinero es importante conduce inexorablemente al fantasma de la feminidad dudosa (es machorra, es bollera, es fea).

El fantasma de la feminidad dudosa actúa de la siguiente forma: la mujer que no actúa como una buena madre (no actúa generosa e incondicionalmente), no puede ser considerada una mujer íntegra, lo que equivale a poner en cuestión su identidad sexual.

Este es uno de los condicionantes para que muchas mujeres exitosas se sientan obligadas a estar muy atractivas, elegantes, eternamente jóvenes (en permanente edad fértil, par ser apetecibles para un macho); todo ello sumando más presión a su posición.

 

4.- Los tres fantasmas interactúan

Estos condicionantes culturales que las mujeres aun tenemos como esquemas activos, inconscientes y poderosos, en nuestras cabezas y corazones, facilitan que mantengamos prácticas que dificultan nuestra autonomía financiera actuando como mecanismos para mantener a raya a nuestros fantasmas.

Por ejemplo, además de los ya mencionados antes (ser eternamente bellas, sobre atender a los hijos, etc.):

Hay mujeres que ganan dinero, pero que hacen todo lo posible para no disponer de él, como sucede con aquellas que entregan a la pareja sus ahorros con el pretexto de organizar un fondo para cuando se casen y tengan hijos, o para el momento del retiro. Por su parte, las ya casadas, ahorran para la entrada del piso de los hijos…

Otras, gastan la mayor parte de su dinero en la casa o en la familia.

Algunas deciden ahorrar por su cuenta, sin decírselo a sus parejas y, finalmente, no pueden hacer uso de ese dinero porque a veces se trata de sumas considerables, suficientes para comprar un auto o una casa y estos bienes no pueden “aparecer” de repente en la vida de pareja sin delatar el ocultamiento.

 

7.- ¿QUÉ HACER?

 

Las mujeres somos, en general, grandes administradoras del “dinero para vivir”, del “dinero pequeño” haciendo milagros o estirándolo para que nuestros hogares funcionen eficientemente.

 

No obstante, el ganar nuestro propio dinero, no siempre nos ha traído la autonomía psicológica que soñaron nuestras madres para nosotras.

 

Para sacar nuestra relación con el dinero del laberinto inconsciente, es necesario sacar nuestra ansiedad a la luz de las palabras, conversar de ello, compartir nuestra experiencia…

 

Eso es lo que estamos haciendo ahora.

 

8.- PARA SABER MÁS:

Coria, Clara (2006), El sexo oculto del dinero. Ed. Paidós.

Coria, Clara (2005), El dinero en la pareja, Ed. Paidós.

Orman, Suze, (2008), Las mujeres y el dinero: Toma el control de tu destino, Ed. Urano

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