Las pérdidas derivadas de la edad y de los cambios de ciclos o de las circunstancias, se agrupan en las llamadas pequeñas muertes; es decir, aquellas pérdidas a lo largo de nuestra vida que nos han marcado, que nos han hecho girar nuestro rumbo y cambiar aspectos de nuestra personalidad.
Hoy, nos detenemos en la reflexión de nuestra muerte física con vistas a enriquecer nuestra vida.
Para aproximarnos lentamente y con mucho respeto al tema, os invito a crear un par de epitafios divertidos que reflejen nuestro momento actual.
Un epitafio, es una breve inscripción en las sepulturas y puede ser escrito bien a voluntad del difunto o bien como un mensaje de despedida por parte de la familia y los amigos. El sentido del epitafio es presentar la vida en un diminuto texto cuya extensión no supera las tres o cuatro líneas.
Por otro lado, existe una relación entre la risa y la muerte tiene raíces muy profundas. En muchos mitos la risa es la señal de los vivos capaz de alejar a la muerte, al confirmar, riendo, su deseo de vivir. De llí vien esa risa fácil que se activa en velatorios y funerales.
Además, el humor, nos permite acercarnos a circunstancias temidas de un modo cordial, con el efecto que aumenta nuestra sensación interna de control.
Aquí dos ejemplos de epitafios divertidos:
«Necesité toda una vida para llegar hasta aquí». (Jhon Keats)
«Fallecido por la voluntad de Dios y mediante la ayuda de un médico imbécil» (Cementerio de Minnesota)
Ahora es tu turno, escribe dos epitafios “de cachondeo”:
1) Un epitafio que imaginas podrían escribir tus allegados, con espíritu lúdico.
2) Un epitafio que escribes para ti misma (considerando tu momento vital) y con ánimo ligero:
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